Eduardo Galeano en su libro:
“Las Venas Abiertas de América Latina” expone una realidad que es pertinente a
cómo se desarrollan las dinámicas actuales en nuestra sociedad.
La mentalidad con la que hoy
cuentan muchas personas, hablo a grosso modo, es precaria en cuanto a deseos de
desarrollo; estamos en un continente supremamente rico, con una diversidad
natural impresionante, pero nuestra riqueza ha sido la causa de nuestra pobreza.
Desde la llegada de los
españoles, los recursos naturales se vieron fuertemente afectados,
específicamente el oro; y con la llegada de éstos, más otros factores
globalizantes que se han venido hasta nuestros días, América Latina es un suelo
que los otros utilizan para beneficio propio. En la Unión Europea,
contextualizándonos antes de que la crisis financiera afectara a ciertos
países, contaba con un sistema en el que producía mayoritariamente para sí
mismos, los niveles de importación eran bajos y el desarrollo era un conjunto
de actividades y de actitudes que velaban por el buen progreso de los que
estaban unidos.
América Latina cuenta con
todos los recursos para llegar a hacer o a tener lo que quiera; la calidad
humana de nuestra Suramérica es motivo de orgullo, pero hay un factor que
interviene que tare consigo graves consecuencias: la falta de educación mutila
los sueños. Un pueblo que no esté consciente de lo que acontece a su alrededor
y más allá del horizonte, un pueblo que se sume en la felicidad de la
ignorancia poco es probable que tenga deseos de avanzar y los gobiernos en gran
medida tienen mucho que ver, pues tienen la obligación de educar, de brindar
herramientas con las que la persona cuente para poder enfrentarse a este mundo,
para poder echar mano a Latinoamérica y poder influir en los distintos
escenarios en los que el progreso nos llama a gritos.
La cosmovisión
latinoamericana tiene que reevaluarse, responder a sus propias necesidades en
primera instancia, llegar a consensos que permitan unas interrelaciones
políticas y culturales en las que el egoísmo no juegue papel y que se
permitiese que la integridad fuera una base de partida.
Las personas están llamadas
a cambiar por lo que quieren, no dejar a un lado nuestros saberes ancestrales
que ya quisiera más de un país europeo tener, conservar la sabiduría popular y
actuar en pro de una sociedad más justa, equitativa, igualitaria y libre.