martes, 20 de noviembre de 2012

LA COSMOVISIÓN LATINOAMERICANA TIENE QUE REEVALUARSE


Eduardo Galeano en su libro: “Las Venas Abiertas de América Latina” expone una realidad que es pertinente a cómo se desarrollan las dinámicas actuales en nuestra sociedad.

La mentalidad con la que hoy cuentan muchas personas, hablo a grosso modo, es precaria en cuanto a deseos de desarrollo; estamos en un continente supremamente rico, con una diversidad natural impresionante, pero nuestra riqueza ha sido la causa de nuestra pobreza.

Desde la llegada de los españoles, los recursos naturales se vieron fuertemente afectados, específicamente el oro; y con la llegada de éstos, más otros factores globalizantes que se han venido hasta nuestros días, América Latina es un suelo que los otros utilizan para beneficio propio. En la Unión Europea, contextualizándonos antes de que la crisis financiera afectara a ciertos países, contaba con un sistema en el que producía mayoritariamente para sí mismos, los niveles de importación eran bajos y el desarrollo era un conjunto de actividades y de actitudes que velaban por el buen progreso de los que estaban unidos.

América Latina cuenta con todos los recursos para llegar a hacer o a tener lo que quiera; la calidad humana de nuestra Suramérica es motivo de orgullo, pero hay un factor que interviene que tare consigo graves consecuencias: la falta de educación mutila los sueños. Un pueblo que no esté consciente de lo que acontece a su alrededor y más allá del horizonte, un pueblo que se sume en la felicidad de la ignorancia poco es probable que tenga deseos de avanzar y los gobiernos en gran medida tienen mucho que ver, pues tienen la obligación de educar, de brindar herramientas con las que la persona cuente para poder enfrentarse a este mundo, para poder echar mano a Latinoamérica y poder influir en los distintos escenarios en los que el progreso nos llama a gritos.

La cosmovisión latinoamericana tiene que reevaluarse, responder a sus propias necesidades en primera instancia, llegar a consensos que permitan unas interrelaciones políticas y culturales en las que el egoísmo no juegue papel y que se permitiese que la integridad fuera una base de partida.

Las personas están llamadas a cambiar por lo que quieren, no dejar a un lado nuestros saberes ancestrales que ya quisiera más de un país europeo tener, conservar la sabiduría popular y actuar en pro de una sociedad más justa, equitativa, igualitaria y libre.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Crónica


ANTEPROYECTO TRABAJO FINAL PRODUCCIÒN DE TEXTO ESCRITO
POR: Daniel Bustamante Castaño.
Tema: Ricardo Ascencio, estudiante de arquitectura de la Universidad del Tolima. Cabildante en el resguardo indígena Guatavia Tua.
Cómo este joven universitario ha ayudado a esta comunidad indígena mediante la capacitación sobre el uso de la arquitectura vernácula, para el mejoramiento del hábitat y de las condiciones de vida de los Pijaos.
Justificación: Antes de que los españoles llegaran a lo que ahora se conoce como América, existían personas que vivían en estas tierras, con sus sistemas económicos, políticos y culturales. A medida del tiempo, estas comunidades han prevalecido y muchas otras han supervivido a los grandes cambios que globalizan mucho de lo que hoy conocemos.
En los indígenas se encuentra un saber popular que difícilmente se puede hallar en nuestra cultura contemporánea, hoy en día en nuestro territorio colombiano habitan alrededor de ochenta etnias indígenas, que tratan de conservar lo que a través de centenarios los ha acompañado.
Hablar de etnias indígenas hoy por hoy es algo fundamental, puesto que en ellas es donde habita lo que siempre ha existido, alejado, en muchas ocasiones, de nuestra realidad, de lo que conocemos, de lo que no es común para nosotros. En ellas prevalecen toda esa riqueza intelectual, sabiduría popular, mitos, leyendas, folclore, tradiciones, ritos, que un día se llegaron a constituir y que no se han visto afectadas por lo que hoy conocemos como “occidente”.
El trabajo que Ricardo Ascencio, un joven de veintitrés años, viene ejecutando años atrás, ha sido de mucha ayuda para los Piajos, puesto que la arquitectura vernácula consiste básicamente en el aprovechamiento de los recursos naturales inmediatos para el mejoramiento de la calidad de vida del individuo y de su sociedad.
Investigación: - Referencias documentales:
Blog: “Vernaculares por la vida” http://vernacularesporlavida.blogspot.com/
Documento: “La arquitectura vernácula como fuente de inspiración: El caso mexicano.”
-Trabajo de campo:
Entrevista a Ricardo Ascencio.
Visita al resguardo indígena Guatavia Tua, en el departamento del Tolima.

domingo, 19 de agosto de 2012

Un no ser en la Antártida

No sabía para dónde correr. Mi corazón estaba a mil y mi consciencia se había transportado a un lugar lejano, a un lugar en el que racionalizar se me hacía demasiado difícil. Recuerdo que era una tarde muy fría, acababa de llover; por suerte no me me había empapado con la lluvia pues no lo habría tolerado. Mi alrededor se oscurecía cada vez más.

Caminaba por las calles de mi ciudad intentando descubrir lo mejor que podría decidir en ese momento. Toda mi vida se había volcado en mi contra, todo lo que construí se destruyó, todo lo que alguna vez conocí, me parecía tan extraño y nunca antes vivenciado.

En el pasado tomé decisiones, no malas, no, sino que tenían repercusiones que sabía que iban a acabar con mi presente. Deudas, maltratos y un mundo egocentrista era en el que me había mezclado y las garras de ese existir me habían sustraído de la felicidad, entregué mi cuerpo y mi corazón a deseos ajenos, a personas que no querían mi bien; yo no quería mi bien.

Decidí morir.

Decidí emprender un caminar a una realidad que solo los muertos ya conocemos, una realidad en la que nadie con vida sabe a ciencia cierta cómo es, cómo se vive, cómo se analiza. Mi identidad corpórea se había desaparecido, mi cuerpo ya no era tangible; realmente es extraño, me puedo ver pero no me puedo tocar. Ya no me puedo peinar, ya no me puedo vestir, ya no me puedo acariciar. Mi "cuerpo", mi lo que sea, ya flotaba, yo floto desnudo en el flujo divagante de la vida.

¿A dónde ir? Siempre había querido en vida conocer muchas partes, pero ahora la emoción ya no era la misma, yo ya no me sentía el mismo. Puedo ir a cualquier parte, pero en esos momentos, viendo mi corporeidad yacer inexistente en el piso, me conmocinaba, me hacía sentir impacto cuando por vez primera supe que había muerto.

Empecé a flotar por mi ciudad, por lo que conocía y decidí desterrarme a tierras inóspitas, a tierras donde poco ser humano o ninguno había puesto huella. Floté en los aires, floté por montañas... Empecé a flotar por mar. Ya no sentía el clima, no conocía ya calor o frío, me sentía un vegetal pensante. El mar, ese en el que un día en vida me sumergí y fui feliz, ahora simplemente iba por encima sin destino cierto.

Ya el tiempo se había convertido en algo raro, ya no había percepción de él, ya no habían preocupaciones, ya no habían afanes. Aún podía leer, gracias, aún podía reconocer mi español y a lo lejos empezó a deslumbrarme un blanco, muy fuerte e incandescente. ¡Pingüinos! Valla sorpresa me llevé cuando vi pingüinos. ¿Era la Antártida? ¡Claro que era la Antártida! Wow Había llegado a ese lugar que solo lo había visto en documentales de Discovery Channel. Fue realmente grato, pero sabía que la emoción estaba mermada, el flujo de mis emociones ya no era el mismo. Tampoco sentía tristeza.

Valla lugar al que llegué, podía ir donde quisiera. Filosofaba, filosofo más que nunca. Mis pensamientos son los que no paran; ahora me gusta hacerme a la idea de que ellos son los que me dan el calor que ya no siento. Al pasar el tiempo, el hielo me empezó a parecer hermoso, nunca me había parecido eso, me parecía magnífico.

Ahora convivo con osos, con la brisa que dedujo por lo que veo, con focas y con mucha nada. De vez en cuando, muy rara vez percibo seres, con cuerpos, siento una leve envidia, los veo que estudian mi hogar.

Hoy no sé si condenado estoy a divagar, ¿será este el purgatorio? ¿por qué no puedo ver otros muertos como yo? Me siento solo, pero no me incomoda, ya que todo es diferente ahora. Llevo ya bastante espacio de tiempo habitando la Antártida, mi Antártida y no sé bien mis pensamientos a dónde me llevarán.

martes, 14 de agosto de 2012

El taxista

Gotas de sudor bajaban por su frente, la respiración era demasiado agitada, sentía la presión de los latidos de su corazón en los oídos, las manos le parecían temblar. Así se despertó Felipe Oquendo en su apartamento, solo y consternado por una pesadilla que había tenido y los recuerdos de esta iban desapareciendo cada segundo.

Felipe es amigable, introspectivo. Le encanta sonreír y suele ser incoherente. Le valoran enormemente su nobleza.Vive con unas cuantas matas que le han acompañado desde que dejó a sus padres. Sus plantas, con nombre cada una, son las únicas en las que descarga sus pesares y lamentos. Les entrega su parte negativa, se desahoga en ellas.

Era un día soleado, las nubes eran hermosas y se podían diferenciar muchas formas en ellas. Desayunó, en cuanto estuvo vestido, su usual cazuela con elementos grasientos. Le encanta el chicharrón. Los pensamientos que circulan en su mente, su basto universo de sensaciones, emociones y paradojas, estaban disminuidos sustancialmente ese día. La pesadilla lo había afectado.

Poniendo el motor de su taxi en marcha, sale a las calles de Lorda, su ciudad natal, una ciudad cosmopolita, aquella en la que su niñez se había desarrollado, en la cual había llorado. Se iba acercando al centro, se iba evidenciando la congestión vial. Veía las caras airadas de los conductores, unos hablando por celular, peatones imprudentes; no le importaba. 

Con las manos en el volante, estando a punto de volver a arrancar, nota la despreciada cicatriz en el dorso de su mano izquierda. Una de tantas, que traían recuerdos ajenos a su gusto del pasado. Manejando por la ciudad, cae en cuenta de que se acerca a la escuela donde estudió su bachillerato. Pasa y reconoce a Marlon.

Transcurren tres días.

Marlon se sube al taxi de Felipe, el primero le indica al otro que lo lleve al Parque Central. Empiezan el recorrido. Marlon nota que su conductor no va por el acostumbrado camino que solía tomar, no decide preguntarle nada. Quizá era un atajo, quizá había menos vehículos. Felipe mira a Marlon por medio del retrovisor, Marlon nota una mirada algo intimidante. La sostiene. Marlon se da cuenta que están en una calle muy solitaria. Se acercaba el mediodía, hacía mucho calor. Felipe estaciona el carro, le manda un golpe a Marlon y le cubre la nariz con un trapo.

Felipe conduce hacia la parte rural de la ciudad. Por cada metro, cada decámetro que pasa, aumenta la angustia, el odio y la tristeza albergados de hace bastantes años ya en su ser. Marlon le hacía bullying a Felipe en el colegio. Fueron días tristes, infelices, dolorosos, de silencio. Tres días atrás que la vida juntó a estos dos seres separados por el tiempo, un deseo imperioso de venganza inundó el ser de Felipe. Construyó un plan.

Marlon duerme, yaciendo en la silla. Lo veía Felipe. Éste, apreciando su respiración, sus labios, su pene, sus pechos. Se sentía superior a él y con la capacidad de decidir sobre su vida. Esperando a que se despertara, llora silenciosamente, cuestionándose por qué había dejado trascender tanto la situación del maltrato. Se toca la cabeza, le toca la cabeza. Felipe sale de la habitación a desvestirse y a buscar un pequeño maletín.

Lentamente y con un leve mareo, Marlon va abriendo sus ojos y notando la penumbra en la que estaba. Se acercaban las seis de la tarde. Ya casi despierto del todo, Marlon se siente desnudo, tiene mucho calor a causa de la calefacción, se da cuenta que está atado... Respirando con nervios y angustia ve a Felipe entrar desnudo al cuarto, se posa frente a él a unos cinco pasos y abre el pequeño maletín.

Marlon, estando muy nervioso, ve cómo el hombre que tenía en frente saca un frasquito de vinilo y un pequeño pincel. Decide mantenerse en silencio. Felipe le recuerda quién es, la mente de Marlon se lo confirma; el primero empieza a enumerarle uno a uno los sucesos que lo marcaron al otro y por cada uno le pintaba una raya en el cuerpo. Felipe empieza a llorar a la vez que nota que su antiguo agresor hacía lo mismo. Marlon alega que fueron cosas de la niñez, el otro le dice que esas cosas han perdurado cada mañana, tarde y noche desde entonces.

Felipe lo vuelve a dormir, con cloroformo. Lo deja pintado. Lo viste. 

Marlon se despierta en el Parque Central completamente "normal". No decide tomar represarias, siente cómo saldó, en contra de su verdadera voluntad, el daño que le había hecho a su compañero de clase. Felipe, recostado en su cama, acompañado por su soledad y  con la cara húmeda por las caricias de sus lágrimas, siente paz y una ira ya desvanecida por el arrepentimiento visto en los ojos de Marlon. Siente que todo se borró.
Risueño, soñador y esperanzado. Daniel Bustamante, un hombre que ha atravesado veintiún veranos hasta hoy. Feliz de ser colombiano, con un sentido social de reivindicar la patria, construir sociedad y generar impacto.
Es un estudiante de comunicación social, cursa actualmente el tercer semestre. Gastrónomo titulado; por hobbie fue que decidió estudiar esta carrera que realmente nunca vio con ojos de lucro.
Terco, egoísta y malhumorado. Cree en la posibilidad de un mundo mejor, de una sociedad próspera y equitativa.
Es fanático de la banda de rock irlandesa the Cranberries hace ocho años, significa mucho para él. Le encanta fumar, lo hace constantemente desde hace un año. Su paladar "se derrite" frente a la comida mexicana y los sabores moderadamente fuertes. Odia los mariscos. 
Ama tener gafas, más no el hecho de tener problemas en la visión. Se siente feliz de ser crespo. Acepta y quiere su cuerpo y trata de cuidarlo. Es un trigueño de setenta y seis kilos de peso y un metro y setenta y cuatro centímetros de estatura. Ojos café oscuros.
Le encanta la temporada invernal, los días y las noches en las que la lluvia aparece. Le tiene miedo a los edificios de formas irregulares y a las alturas. 
Ama a su familia, el hogar para él constituye la estructura básica de la sociedad, trata de velar por ella. Se siente orgulloso de sus padres.
Él sueña con su realización, con su felicidad y la de quienes lo rodean.

Mapa conceptual - Lectura 'El periodismo narrativo o una manera de dejar huella de una sociedad en una época.'


sábado, 28 de abril de 2012

MIGRACIÓN COLOMBIANA EN INTERRELACIÓN AL MARCO DADO POR EL CONFLICTO DE LAS DROGAS

Hablar de migración, refiere al proceso en el que una persona decide dejar su tierra para ir a habitar otra desconocida, en la cual, tendrá que conocer una nueva cultura y adaptarse a ella en un proceso de aculturación. Supuestamente, es un acto que es normal, pero al pasar el tiempo, se han generado nuevas connotaciones para lo que antes se conocía como emigrar. Muchas de las personas que actualmente residen donde han vivido toda o gran parte de su existencia en un lugar geográfico determinado, optan por ir a explorar nuevos territorios con la esperanza y la fe de encontrar un futuro mejor, con mayores oportunidades económicas; se creería que es la principal razón.

Las decisiones humanas deberían ser propiciadas por el afán de progreso y avance personal y humanístico, pero, la realidad de una parte de aquellos que deciden emigrar es definida por el contexto de situaciones que afectan su entorno inmediato y que lo imposibilitan quedarse en la tierra donde están sus arraigos, sus tradiciones; se hace referencia a lo que causan los procesos armados que van en contra de la idealización del ser, que obstruyen de una forma totalmente egoísta el desarrollo de la persona.

Los procesos de movilización de la sociedad causados por conflictos armados vienen en un aumento muy progresivo y dramático, porque están obligando, de una forma no digna, a las personas a abandonar su territorio y haciendo, en contra de su voluntad, que tengan que irse a buscar nuevos horizontes. Principalmente este fenómeno se da en las zonas rurales, pero, contextualizándolo a la zona urbana, también podemos observar esa realidad.

Muchos son aquellos quienes han decidido tener una vida en la que defienden los principios éticos del hombre, que buscan que la verdad se conozca, que luchan por denunciar los hechos que estén atentando en contra de la sociedad. En el caso de los periodistas, si optan por lo anteriormente mencionado, se verán enfrentados a situaciones que amenacen su vida y la integridad de quienes lo rodean; siendo el caso de que la persona siga con su utopía de mostrar el verdadero rostro de las situaciones, en contra de las voces marginales que buscan acallar su aliento de progreso, se verá en la necesidad, totalmente en contra de su voluntad, de irse, incluso de tener que abandonar su país. Se hace referencia a los exiliados.

La situación de los exiliados, los asilados políticos no es algo normal. Es una imposición dada por personas que con sus decisiones, defienden ideales, que para ellos, son razonables y justificables.

La migración, sea por causa decidida o por causa no decidida, es un proceso difícil y complejo. En primer lugar, la cultura a la que se dirige, cuenta con unas barreras socio-culturales, que no permiten ver con buenos ojos a quien llega; esto, porque pueden llegar a considerar que quien viene de otra parte, puede acortar las posibilidades de empleo y pueden ver un riesgo en él de que las oportunidades que le debería dar su Estado, sean brindadas a terceros.

Hay que tener en cuenta, que los preceptos y concepciones son diferentes para cada país. No es lo mismo alguien que se dirija a España, procedente de Canadá, que alguien que proceda de Colombia. Hay un marco cultural histórico que rodea a cada persona.

La situación de la migración colombiana es algo difícil en un contexto mundial. Una razón muy importante para que se dificulte, es la situación con las drogas que vive Colombia. No es algo ajeno ni para nuestro país que ve y vive la realidad de la guerra contra las drogas, ni para países externos, que bien o mal, saben de la situación que Colombia ha venido atravesando tantísimos años.

En la antigüedad, el uso de ciertas hierbas y raíces era absolutamente normal y tenía un carácter definido estrictamente por factores antropológicos, éstos divididos por situaciones de tipo religioso (rituales) y de cultura. No había en lo absoluto una restricción.

Al pasar los años, las personas fueron descubriendo otros usos de los productos naturales y muchos de ellos tergiversaron para fines no benéficos el uso de estos productos, tales como el opio. Más específicamente en el siglo XX, con el desarrollo de nuevas tecnologías, los laboratorios descubrieron complejos que en su principio, fueron para uso médico, como por ejemplo, la morfina. Al pasar de las guerras y con más avances en la tecnología, nuevas drogas, a las que se les denomina “drogas psicotrópicas”, surgieron y ahí sí que se tergiversó su uso y empezaron a producir un impacto social.

Drogas como la heroína y la cocaína se empezaron a producir de una forma muy constante en Colombia; país que con el desarrollo de las diferentes normas en contra de la venta y consumo de sustancias psicotrópicas, se fue acogiendo a ellas. Pero la realidad fue otra, la producción, comercialización y venta de drogas en Colombia, se disparó a finales del siglo pasado y la puso en un muy mal precepto internacionalmente.

El drama, las confrontaciones de la lucha contra las drogas generan desplazamiento, migración; a esto el Gobierno no le ha puesto el suficiente ahínco para contrarrestar este fenómeno que destroza fibras internas en la población. Además, los costos que asume la guerra son injustificables porque no es algo por lo que se debiera generar problemas.

La migración colombiana y de cualquier otro país, debe ser algo natural y que no genere malestar. El contexto de las drogas que enmarca tan específicamente a Colombia, debe ser derrocado. Lo propuesto es claro que necesita tiempo, necesita de esfuerzo y más que nada, necesita voces que despierten y aleguen en pro de la evolución positiva del mundo.